Hace 45 años en la ciudad de Montevideo asomé a este mundo. En Libertad (vaya nombre para una ciudad) di todos mis primeros pasos, me refiero a los del caminar y a los otros.
Desde niña ensayaba para aquel día en el que por fin sería maestra. Mis muñecas se prestaban de alumnas, sentadas frente a una puerta que hacía de pizarrón. Así fue como un día me vi dentro de aquella gran túnica blanca frente a alumnos de verdad.
Con el tiempo empecé a escuchar esa voz que le habla a uno por ahí adentro. Me venía alentando a escribir. Hasta que un día, le hice caso y comencé a trabajar en la página cultural de un semanario local. Y así eché a andar mis primeros pasos en este camino en el que hoy me encuentro: el de las letras, que me apasiona y me hace ser quien soy de verdad.
Trabajé algunos años publicando una revista para escolares y después concreté un sueño muy, muy grande, tan grande que ya no podía seguir guardándolo más: Huellas, mi primer libro. Una recopilación de historias de obreros y artistas maragatos.
Luego llegó El regreso de Joaquín y con él, una incalculable lista de niños y niñas de muchos rincones de nuestro país. Varias participaciones en libros colectivos y un sinfín de momentos entre música y títeres constituyen, junto a mi familia, mis mayores placeres.
¡Ah! Me olvidaba de algo, en el fondo de mi casa, en un taller que casi nunca está ordenado, les damos a las cosas otra oportunidad. ¡¡Reciclar está buenísimo!!
Hoy puedo decir que soy una mujer feliz y agradecida, que siente que nunca es tarde para avanzar en este hermoso camino que es la vida.
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